-Es la primera vez
que escucho una crítica. –Empezó, con su suave voz.-Gracias.-Quedé en silenció
con los dibujos en mano, como hechizado por aquellas líneas tan irregulares.
-¿Podría hacerla
una pregunta?-Atreví a decir. Tú asentiste sonriente.
-¿Por qué es todo
tan triste? –Me di cuenta entonces, de lo poco correcta que había resultado mi
pregunta, y tú agachaste la mirada, levantando los hombros.
-Es esta mi forma
de percibirlo. –Susurraste, con cierta melancolía. Y quedé sin palabras,
mientras mis mejillas ardían y mi aliento seguía oliendo a alcohol. Seguro que
si pudieses verme, saldrías corriendo. Pero, en lugar de correr, sonreíste amargamente,
cabizbaja. Y aquella sonrisa tan angelical fue el pretexto perfecto para seguir
con esa conversación.
-A lo mejor es que
hasta ahora no percibiste algo bello. –Silencio. Incomodo silencio. Tú permanecías
inmóvil, con el cuaderno enlazado entre los dos brazos.
-¿Y qué propone
usted señor? –Dijiste entonces, levantando la cabeza poco a poco.
Yo cerré los ojos,
buscando la respuesta. La cabeza me daba vueltas, y yo aún la mareaba más en un
intento de decirte algo que valiese la pena.
Entonces fue cuando
noté en mis ardientes mejillas un suave y frío tacto. Abrí los ojos de golpe, y
allí estabas tú, rozándome la cara con unas preciosas manos. Mirándome sin
observarme. Aquello me estremeció tanto que el alcohol pareció desvanecer de mi
celebro, poniéndome los pies en la tierra, cortándome la respiración. Y tú,
asustada, retiraste tus gélidos dedos.
-Lo siento…-Susurraste.
Pero yo te agarré la mano, antes de que pudieses alejarla, y volví a acercarla a mi .
********
Acabamos en tu
casa, después de un agradable paseo. Al
final, no me negaste la compañía, ni siquiera soltaste mi mano. Tú habitación
casi estaba vacía. En una esquina una cama, y en la otra, un escritorio. Me
llevaste hasta la cama, y una vez allí, comenzaste a palpar mi cara, despacio,
suave. Las yemas de tus dedos parecían frágiles y bellas en comparación con mi vulgar
rostro.
Abriste el
cuaderno, y comenzaste a dibujar. Yo no podía apartar la vista, y se detuvo el
tiempo. De vez en cuando sonreías y seguías palpando mi cara, pero en silencio,
siempre en silencio. Mi corazón se paraba cada vez que rozabas alguna de mis
arrugas, aunque tú no te inmutabas. No tenías miedo.
Casi amaneció
cuando me tendiste el dibujo con el que quede maravillado.
-¿Qué te
parece?.-Dijiste sonriendo. Pero yo no tenía palabras para aquella obra de arte.
En aquel retrato
mis ojos brillaban como cuando tenía veinte años. Mi sonrisa era espectacular,
y los colores parecían darme tanta vida como esta reflejaba.
-Increíble.-Dije. –Es
increíble.
-Es mi forma de percibirlo.
–Me susurraste en el oído entonces, y después.
5 comentarios:
Es que no sé ni que comentarte, creo que con "Anécdotas del bar del esquina" has creado algo genial, yo que tú lo registraba de alguna manera porque.. pufff, al menos en mi has conseguido crear una sensación de vacío en el pecho acojonante.
Enhorabuena.
"¿Y quién tuviera tu don?" xD
Se despide el elefante con una reverencia elegante, enfundando al vuelo una sonrisa radiante :D
Me encanta, es simplemente mágico.
Haces que los sentimientos sean casi palpables.
Creas, en definitiva, algo muy hermoso.
Espero leerte lo antes posible,
Besos :3
Acabo de leer la historia entera y me ha parecido impresionante. Espero impaciente que publiques algo más
Me encanta tu forma de escribir así que me quedo y te sigo, pásate por mi blog y si te gusta quédate: lecturassaludcm.blogspot.com.es
Un beso y nos leemos!
Hola! (✿◠‿◠)
Soy Arya del blog El Rincón de Arya
http://elrincondearya.blogspot.com.es/
No he podido leer aún todo lo que has escrito en el blog, pero lo que he leído me ha encantado *-*
PD: la canción de elfen lied!!! me encanta ^^
Me encanta tu blog, te sigo!
Besos.
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