domingo, 10 de agosto de 2014

Agujas

La letra “N” siempre será la letra más puntiaguda del abecedario.  Y es que, durante mi vida me crucé con tres agujas, “No” la más pequeña, “Nada” la más alargada y “Nunca” la más afilada, la más dolorosa, la más odiada.
Y en la planta de los pies se me clavaron.
Alguna que otra vez soñé que ellas acababan apoderándome, metiéndose dentro de mí y acabando conmigo. Entraban por mi boca, una tras otra, primero “No”, seguida de “Nada” y al final “Nunca”. Instantes después se pasean por mi garganta, entre risas y bailes, burlándose de mí. Y es la sensación más terrible del mundo. Me arañan la piel sin pudor alguno, se columpian en mis cuerdas vocales. Y no puedo gritar, ni formular palabra. Solo  sangre en la garganta, lágrimas en los ojos. Y entonces, acaban acomodándose en mi pecho, entre mis pulmones y mi corazón, bailando sin parar esa melodía que acaba por ser mi perdición. Y ríen mientras me tratan como muñeco de vudú, mientras me agujerean por dentro, mientras me llenan de recuerdos dolorosos y me dejan ahogándome en ellos. Y lentamente muero, con sus risas de fondo.