lunes, 3 de octubre de 2011


La tormenta golpeaba con una insistente fuerza las ventanas de tu habitación.
Te tenía enfrente y cada vez más cerca.
Fuera hacía frío, un frío que a mí se me había olvidado por completo desde tu cálido abrazo.
Te quiero.
Ahora estas tan cerca que escucho tu respiración entrecortada.
Me acaricias la nuca, despacio, como si quisieras explorar cada pedazo de mi piel.
Llevas la mano hacía abajo. Tu mano húmeda y caliente. Me recorres la columna vertebral con el dedo incide. Trazando un camino, un camino que luego recorrerás con tus labios. Me llegas hasta la cintura, y me desatas con cuidado los botones de mi camisa, mientras tus labios recorren mi cuello.
Yo te imito, con torpeza, sintiendo tú ardiente piel, que me crea escalofríos.  
Te quiero.
Y ya no nos queda ropa por apartar del camino, ahora sí que quedaron lejos el frío y la tormenta.
Y nuestros pechos chocan, creándome la sensación de que nuestros corazones se rozan. Y cada vez van más rápido. Casi tanto como el tiempo.
El sonido de la tormenta se mezcla con el tintineo de los cascabeles de mi tobillera, que se mueven  más enérgicos y felices que nunca.
 Pero eso no dura mucho. Tu respiración no tarda en superarlo. Y mis gemidos.
Y entonces se mezcla nuestro sudor, que es sin duda la mejor de las mezclas. Mejor que el ron con Coca-Cola. Mejor que el Red Bull con 43 o incluso mejor que el Vodka negro con Lima.  
Te quiero.
De pronto dejo de estar en tu habitación. Despego de repente y salgo volando, alto, muy alto, jamás de lo nunca imaginé. Se me escapa una sonrisa. Como quien se tira por gusto desde un puente atado a una cuerda, o desde un avión con paracaídas. Como el niño que consigue saltar más que nunca sobre una colchoneta y lo celebra haciendo piruetas.
Te quiero.  
Pero entonces vuelvo a aterrizar.
Y vuelvo a escuchar los suspiros encerrados en estas cuatro paredes. Hasta que callamos.
Vuelvo a escuchar el movimiento de los cascabeles. Hasta que dejan de moverse.
Vuelvo a escuchar la lluvia golpear el cristal cubierto de vaho.
Finalmente te escucho a ti, decirme lo que necesitaba oír:
-Te quiero.

4 comentarios:

Miau. dijo...

Ya vi que firmaste en mi blog ^^ Gracias por leerlo. Y claro que te sigo :3
Por cierto, el texto es una pasada. Me ire pasando (por las noches, que es cuando más tiempo manejo >.<)
<3

F dijo...

Excelente blog, te invito al mio. Te sigo, un beso :)

- dijo...

Joder... Brutal, esa es la palabra. Me ha encantado esta entrada :)

Ren (: dijo...

SUBLIME, te sigo <3